Hoy da inicio la temporada de Chiles en Nogada y con esto mi memoria se traslada a la cocina de mi abuela hace algunos años. No les miento al decirles que extraño mucho puebla y probar este tradicional plato pero creo que extraño mas el poder estar en su cocina preparando los chiles. Lo que daría por poder estar una vez mas ahí disfrutándola a ella y de esta tradición familiar.
Afortunadamente mi mamá sigue preparándolos cada año y le quedan buenísimos. Eso también lo extraño porque como saben pues ya no vivo en Puebla. Sin más preámbulo les comparto un escrito que hice hace algunos años sobre La Cocina de La Abuela.
La Cocina de la Abuela

Con tan solo cerrar los ojos estoy instantáneamente ahí. Basta con que llegue la época de Chiles en Nogada y puedo verme en la cocina de mi abuela con una mesa llena de frutas, trastes de plástico, peladores, cuchillos y de fondo la televisión blanco y negro con alguna película de Pedro Infante o Cantinflas. Lista para ganarme el derecho a comer Chiles en Nogada ese año.
No es que ame la cocina y recuerde con detalle que bolsas de mandado y cuantas debíamos llevar al mercado para comprar todo lo necesario para preparar los tan famosos chiles, no. Simplemente amo comer y cuando alguien ya no está entre nosotros añoramos esas cosas que en algún momento dimos por hecho. No es que los Chiles en Nogada no sean ya famosos, pero los Chiles en Nogada de mi abuela les aseguro que son famosos entre la familia y al menos mis amigos de la prepa.
Ahora que lo pienso creo que no tengo ninguna foto de cuándo un ejército de manos ayudaba a pelar cada manzana roja con verdecito (o ¿era amarillo?) de esas chiquitas, dulcesitas, ¿saben cuales no? ¿no?, bueno les llamaré manzanas de chile en nogada, o las peras esas chiquitas de cáscara aspera, morenita, duritas pero riquísimas para comer un cuadrito mientras las picabas al tamaño correcto para el relleno.
Creo que esa imagen está tan clara como mi reflejo en el espejo, pero solo en mi memoria. El momento justo del que les hablo es al menos de hace catorce años (en el momento que escribí esto era 2015, hoy ya son 18 años) ¡Wow! catorce años, yo me encontraba en segundo de prepa cuando invité a mis amigos para ayudar a preparar chiles un sábado para que el domingo todos tuviéramos derecho a comerlos.
Y es que mi abuela preparaba chiles, mole, tamales, y demás suculentos platillos como para alimentar un ejército, de forma que se necesitaba de «hartas» manos para poder terminar «rápido». Ojalá en ese entonces ya hubiéramos estado en la época del smartphone, seguro tendría hasta videos de como cocinaba, hoy en día ayudaría muchísimo pero pues no, son de esas cosas que tendrás que recordar a través de palabras como estas, reuniones familiares o en sueños.
Y es que hace un momento mi tía publicaba (2015 año en el que escribí esta entrada originalmente) algo acerca de como cocinaba mi abuela y los recuerdos llegaron a mi. Como les decía, no es que ame la cocina, de hecho creo que no se cocinar, porque para eso debes tener talento, crear cosas nuevas y tener ganas al menos. Digo, creo que si me gustara, en ese tiempo hubiera preguntado todo acerca de como preparar cualquier cosa que mi abuela hiciera, todo era delicioso. Pero pues cuando se es joven uno piensa que algunas cosas duraran para siempre y tristemente no es así.
Es gracias a mi memoria visual (y emotiva) que algunas veces se que cosas lleva alguna receta, o como preparar ciertas cosas (aunque nunca lo haya hecho), todo de ver a mi abuela y a mi mamá cocinar. Se que nunca lograré hacer un mole poblano como lo hacía ella, pero definitivamente es lindo recordarla a través de la comida.
En la época de chiles en nogada todo comenzaba levantándose temprano para ir a recoger a mi abuela a su casa, tomar cuanta bolsa de mandado existiera e ir rumbo al mercado Hidalgo.




Ir al mercado con mi abuela era toda una experiencia, porque sabía exactamente en que puesto comprar, la cantidad de cada fruta (sin llevarlo anotado en ningún lado), elegir la fruta en su punto exacto y por supuesto ahorrar algunos pesos.
El probar cuanta fruta te dieran era obligatorio, entre duraznos, naranjas y sandías salías con un coctel de fruta en el estómago. El comprar no era problema, el problema era cargar todas esas bolsas llenas de kilos y kilos de manzanas (de chile en nogada), peras, duraznos, plátano, granada y otras cosas que seguro no recuerdo.
La carne no se si también la compraba en el mercado o tenía algún otro proveedor de preferencia. La nuez la comprábamos en el centro, en la 6 ahí por el mercado la victoria y entera, nada de nuez pelada ya lista para la nogada, ¡no!
Una vez en su casa, en la cocina de afuera, ¡ah claro! porque mi abuela tenía dos cocinas, ¡dos! Sobre la mesa grande, que era para 10 o 12 personas se colocaba toda la fruta una vez lavada y varios recipientes de plástico para ir colocando los cuadritos de durazno, pera y manzana. Y pues ahí entraban mis amigos, hermanos, papás, primos y algún tío a echar montón para picar toda la fruta.
Todo esto mientras mi abuela preparaba la carne con las pasas, viznaga, plátano macho y demás cosas que no logro recordar en una cazuela gigante de barro. Definitivamente mi abuela tenía super poderes porque lo que era mover ese relleno de chiles, o la masa de tamales era un verdadero logro, que crossfit ni que crossfit, moverle a la cazuela, eso era deporte de alto impacto.
Claro, mientras picábamos fruta pues comíamos algo (preparado por mi abuela también) porque este era trabajo de todo un día. Ya que estaba la fruta lista, debíamos pelar y desgranar la granada para que estuviera lista para el día siguiente y hubiera suficiente para todos los chiles. El perejil se desinfectaba y se deshojaba.
Los chiles se ponían sobre el fuego directo para quemar la piel, luego se metían en bolsas de plástico para que se despegara mas fácilmente y dejarlos listos para ser capeados, este era trabajo de mi mamá.
Mi abuela batía las claras con un poco de harina para capear los chiles mientras los demás abríamos las nueces con el exprimidor de limones (esto me lo enseñó mi abuelo) y las pelábamos, esto definitivamente no era un trabajo fácil, pelar la nuez es de las cosas mas complicadas que existen y muy tardado, pero la recompensa lo valía. Las nueces una vez que quedaban se dejaban en agua para hacer la nogada al día siguiente.




No recuerdo bien si los chiles los rellenaban, capeaban y freían el mismo sábado o esperaban hasta el domingo, pero ya el mero día de la comilona se hacía la nogada con, obviamente nuez, vino blanco, leche, migajón de torta de agua y puede que algo mas que no recuerdo. Este día llegaban todos aquellos que habían ayudado a la preparación (y alguno que otro colado) y juntos disfrutábamos de los chiles en nogada mas deliciosos del mundo mundial.
Aún puedo recordar esas comidas y lo delicioso de los chiles, mi mamá sigue preparándolos claro que en escala mas pequeña porque mi abuela repartía a los vecinos, ayudantes, la iglesia y ponía para llevar a todos los asistentes a esa comida. Es lindo saber que aun hay alguien en la familia que continúa preparándolos, en verdad espero que mi hermana aprenda para que la receta no se pierda.
La cocina de la abuela es algo que creo nunca voy a olvidar, hoy la época de chiles en nogada me hizo recordarla mucho. Ya tiene varios años que no los comemos preparados de sus manos pero se que hay mucha gente que la recuerda en estas fechas y la recuerda con mucho cariño.
Mi abuela era necia, como todas las Valencia creo, tenía defectos como todos, pero ¡ah! que rico cocinaba y ahí nos demostraba cuanto nos quería. Sí, extraño a mi abuela. A todos mis abuelos de hecho pero agradezco lo que cada uno a su manera me dejó.
¿Quién de ustedes sigue disfrutando de la cocina de la abuela? Ustedes que pueden y que ya estamos en la era del smartphone, grábenlas para después, creanme que será lindo.
—————————Fin del texto original————————————–
Gracias por acompañarme por este paseo a la memoria. Espero les haya gustado leer algo que escribí en 2015 pero está muy presente aún. A ustedes ¿Les gustan los chiles en nogada? ¿Los conocen? Cuéntenme.
2 comentarios
Mónica B. · julio 19, 2019 a las 5:42 pm
Que bonita historia. Tienes unos recuerdos muy lindos. Y da gracias al cielo que escribiste esto en esos tiempos. Tal vez no hubo video o grabación de aquella época y más de estos tiempos en los que preparaban esta receta. Pero te quedó este post para el recuerdo. Un recuerdo que tu bebé también va a te er muy presente.
Un Kato · julio 20, 2019 a las 1:39 pm
Gracias por tu comentario. Sí afortunadamente lo escribí en un momento donde los recuerdos estaban más frescos que hoy. Ya le tocará a bebé escuchar las historias de su bisabuela y la cocina. 🙂